Ladrones de Bicicletas (o Ladrón de Bicicletas) según el país de Hispanoamérica en que ha sido exhibida, es una película italiana dramática de 1948 dirigida por Vittorio de Sica. Se considera como una de las películas emblemáticas del neorrealismo italiano. En 1954, la revista Sight and Sound publicó su primera lista de las "diez mejores películas jamás hechas", Ladri di biciclette estaba en primer lugar en esa lista.4 En 1962 fue puesta en el séptimo en la misma lista. Ocupa uno de los primeros diez puestos en la lista de "Las 50 películas que deberías ver a los 14 años".
La película está basada en la novela homónima escrita por Luigi Bartolini en 1945 y adaptada a la gran pantalla por Cesare Zavattini. El relato narra un accidente de la vida cotidiana de un trabajador. Este accidente consiste en el robo de la bicicleta con la que va a trabajar. Este acto sería banal si no se tuviera en cuenta el contexto de la sociedad italiana de 1948 en que se sitúa la película. La elección de la bicicleta como objeto clave del drama es característico de las costumbres urbanas italianas, y a la vez, de una época en la que los medios de transporte mecánicos son todavía escasos y costosos.
Trama.
Roma, segunda posguerra: Antonio Ricci (Lamberto Maggiorani), un desempleado encuentra trabajo pegando carteles, lo cual es un gran logro en la situación de posguerra que vive el país, donde el trabajo escasea y obtenerlo es un éxito excepcional. Pero para trabajar debe poseer una bicicleta. Desafortunadamente, el primer día de trabajo le roban la bicicleta mientras pega un cartel cinematográfico.
Antonio persigue al ladrón sin resultado alguno. Decide denunciar el robo ante la policía, pero se da cuenta de que las fuerzas del orden no pueden ayudarlo a encontrar su bicicleta. Desesperado, busca el apoyo de un compañero de partido, que a su vez moviliza a sus amigos basureros. Al alba, Antonio, junto a sus compañeros y a su hijo Bruno comienza su búsqueda, primero en la Piazza Vittorio y más tarde en Porta Portese, donde tradicionalmente van a parar los objetos robados. Pero no hay nada que hacer: la bicicleta seguramente ya esté desmontada y será imposible de encontrar.
En Porta Portese, Antonio ve al ladrón de su bicicleta, mientras negocia con un viejo vagabundo. Lo persigue sin alcanzarlo, regresa a Porta Portese a encontrar al vagabundo, y lo sigue, hasta un comedor social. Allí le pregunta por su bicicleta y por la identidad del ladrón, pero no obtiene ningún resultado. Exasperado, Antonio acude a una vidente, pero la respuesta de esta es casi una tomadura de pelo: “o la encuentras ahora o no la encontrarás jamás”. Inmediatamente, al salir de la casa de la vidente, se encuentra con el ladrón de la bicicleta que al final es defendido por todos sus colegas. Antonio habla con un carabinero para explicarle la situación. Entonces éste le contesta que sin testigos del robo no se puede hacer nada.
Finalmente, mientras Antonio y Bruno esperan el autobús para regresar a casa, el padre se percata de la existencia de una bicicleta que nadie parece custodiar. Intenta robarla pero la muchedumbre se lanza a atraparlo. Solo los llantos de Bruno consiguen frenarlos e impedir que su padre vaya a la cárcel. Antonio se encuentra ahora tan pobre como antes pero con la vergüenza de haberse colocado al nivel de quien le había robado. La película se cierra con la vuelta a casa de Antonio y Bruno mientras cae la noche sobre la ciudad de Roma.
Actores y personajes.
Lamberto Maggiorani: Antonio Ricci
Enzo Staiola: Bruno Ricci
Lianella Carell: Maria Ricci
Elena Altieri: patrona de caridad
Gino Saltamerenda: Baiocco
Giulio Chiari: atacante
Vittorio Antonucci: Alfredo Catelli
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