Dune es ciencia ficción en su estado más puro. Dune le dio vida a Star Wars y Star Trek, y sus conceptos más básicos se han explorado a través de obras tan recientes como Game of Thrones y tan complejas y emocionantes como Mass Effect. Dune es una vaca sagrada. Si pensabas que la secuela de Blade Runner era algo complicado e intocable, Dune podría ser hasta diez veces más delicada. Afortunadamente, Denis Villeneuve se ha ganado la confianza suficiente de la industria del cine como para que se le entreguen las llaves de un reino entero.
Villeneuve se aleja por completo de la acción desenfrenada y la creación de héroes espaciales, optando por narrar el génesis de una saga tan ambiciosa como la enorme cantidad de obras a las que ha inspirado desde los años sesenta.
Sabiendo la responsabilidad que ha caído en sus manos, Villeneuve apuesta por su instinto y decide entregar una pequeña muestra de este universo. El director se toma su tiempo para explicar el conflicto que rodea a sus protagonistas, encabezados por Timothée Chalamet en el papel de Paul Atreides, acompañado por varios gigantes de la taquilla en los últimos años como Jason Momoa, Josh Brolin y Javier Bardem.
Leto Atreides (Oscar Isaac) es enviado a dirigir Arrakis, un planeta cubierto por un hostil desierto, pero que también es el único lugar en el que se puede conseguir la especia, un sustancia que sirve tanto para potenciar los viajes especiales, como para expandir la vida humana. A pesar de sus dudas, Leto acepta la misión, rodeándose de sus hombres más confiables, pero con miras a cumplir un objetivo muy distinto, encontrar el poder del desierto.
Tan importante es sentar las bases, explicar el conflicto y definir el rumbo de la historia, que la película sacrifica por completo la acción y el ritmo al que la audiencia puede estar acostumbrada. Por varios momentos el silencio se apodera de la sala, mientras observamos las gigantescas construcciones y la majestuosidad de las naves espaciales o los ejércitos que esperamos ver en acción. Cuando el silencio se rompe nuestra conexión con los personajes está en el aire, esperando aterrizar, pero sin una oportunidad clara para poder establecer un vínculo con Leto Atreides o Lady Jessica (Rebeca Fergusson), por mencionar a algunos.
A pesar de superar las dos horas y media, el desarrollo de los personajes es frío, y en un principio lo único a lo que podemos aferrarnos es el elemento más familiar: un héroe surgido por culpa del destino, un elegido, un mesías. Paul Atreides nos ayuda a mantenernos en la historia, mientras procesamos los nombres de las casas, sus conexiones, las traiciones y los personajes que van apareciendo en pantalla.
No es especialmente complicado, pero antes de que comiences a reconocer a los personajes, Dune te invita a conocer la extensión de su universo, se vuelve contemplativa y no tiene prisa por llegar a los momentos más emocionantes. Incluso cuando la batalla cobra la vida de cientos de guerreros y las llamas estallan frente a nuestros héroes, el ritmo no se acelera. La acción se siente lejana, impresionante sí, pero sin la epicidad que podría desprender el conflicto entre varios reinos espaciales.
A eso hay que sumar el hecho de que la estructura de la historia depende de los sueños que Paul tiene a lo largo de toda la cinta, mismos que lo han conectado con Arrakis, y con una misteriosa mujer, mucho antes de que siquiera haya puesto un pie en el planeta. Pasado y futuro, incertidumbre sobre el supuesto elegido, y un montón de preguntas no hacen más que complicar más la trama, sin que las respuestas sean una prioridad en este momento. ¿Funciona la historia entonces? Sí, siempre y cuando aceptes que no estás ante la nueva Star Wars, ni siquiera ante un Lord of the Rings. Dune es algo nuevo, y que exige ser explorada con el mismo cuidado con el que se está produciendo.
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Dune es un espectáculo visual digno de una pantalla IMAX, con una fotografía preciosa (Greig Fraser), actuaciones impecables, un reparto colosal, música brillante a cargo de Hanz Zimmer y una ambientación llena de matices, estructuras inimaginables y locaciones extraordinarias. Encontrarnos con este espectáculo tras los meses que estuvimos lejos del cine es de agradecerse, y se nota tanto el presupuesto que Warner Bros. le inyectó al proyecto, como las habilidades del director de manejar tanto efectos especiales, como un reparto que algunos de los nombres más populares del momento.
Aunque claro, Dune también es una cinta complicada. No es fácil sentarse más de dos horas a la espera de un momento “épico”, que parece trabajarse durante gran parte de la cinta, y que al final solo no es más que el verdadero comienzo del camino del héroe. Pareciera que la combinación de elementos que conforman a Dune no responde a lo que podríamos esperar en manos de otros directores. Es Villeneuve el que hace que la mezcla no terminé en explosiones espaciales, y con Dave Bautista peleando contra Jason Momoa con el tema de Batman de fondo. Villeneuve tiene muy claras sus prioridades y Warner le dio todo el permiso para hacer lo que él quisiera.
Si estabas predispuesto a amar Dune por la elección del director, sus trabajos anteriores o la fascinación por la novela, seguramente no habrá mucho conflicto a la hora de darle una oportunidad a la cinta, entregarte a su ritmo y aceptar que solo estás ante el comienzo de la saga.
Interpretes y personajes.
Charlotte Rampling: Gaius Helen Mohiam
Dave Bautista: Glossu "Bestia" Rabban Harkonnen
David Dastmalchian: Piter De Vries
Josh Brolin: Gurney Halleck
Oscar Isaac: duca Leto Atreides
Rebecca Ferguson: Lady Jessica Atreides
Stellan Skarsgård: barone Vladimir Harkonnen
Stephen McKinley Henderson: Thufir Hawat
Timothée Chalamet: Paul Atreides
Zendaya: Chani
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