Carancho es una película de suspenso dramático de 2010, coproducida por Argentina, Chile y Francia, dirigida por Pablo Trapero y protagonizada por Ricardo Darín, Martina Gusmán, Darío Valenzuela, Carlos Weber y José Luis Arias. El guión fue escrito por Trapero junto a Alejandro Fadel, Martín Mauregui y Santiago Mitre. Se estrenó el 6 de mayo de 2010.
La historia se centra en la relación entre un médico y un abogado sin licencia, y está relacionada con las víctimas de accidentes automovilísticos y el negocio de compensación relacionado, así como con las condiciones en las que trabajan muchos médicos y enfermeras.
Carancho es una película de 2010 dirigida por Pablo Trapero, protagonizada por Ricardo Darín y Martina Gusmán.
Cien mil muertos en diez años, una media de veintidós al día y un número incontable de heridos. Los accidentes viales son el flagelo de Argentina. Detrás de esto, el mercado de seguros, con sus especuladores, prospera. Sosa es uno de ellos, deambula por los pasillos de urgencias en busca de clientes y, para recuperar rápidamente su licencia perdida, trabaja para una fundación que ha hecho del fraude su modus operandi, en perjuicio de los más desafortunados. El encuentro con el Dr. Lujàn lo empuja a proseguir su camino lejos del crimen con mayor convicción, pero las deudas que debe pagar no tienen fin, la sangre pide sangre nueva.
El argentino Pablo Trapero regresa al barrio de sus orígenes, La Matanza, y vuelve a contar con la complicidad y el talento de Martina Gusmán, actriz y productora, que aquí comparte escenario con Ricardo Darín, el actor argentino más conocido y aclamado.
Pero sobre todo el director no baja su objetivo y sigue el camino de un cine de temas fuertes y destinos desafortunados, mirando el dolor y sus expresiones físicas, corporales directamente a los ojos, sin dejarse tentar jamás por la complacencia, con modestia y empatía.
En los dramas de Trapero el amor siempre tiene un espacio privilegiado y auténtico, los sentimientos afloran sin necesidad de alzar la voz ni de darse a conocer con la evidencia de detalles ad hoc: es en las acciones sencillas que realizan los personajes (un beso en la cabeza, un plato cocinado juntos incluso en silencio) que el amor se declara, como una fuerza capaz de resistir el estruendo de los acontecimientos a nuestro alrededor, de encontrar su propio tiempo suspendido en medio del frenesí de las dificultades, de unirse inextricablemente, incluso en un momento. distancia, como ocurrió por ejemplo en Nacido y Criado. Aquí el resultado cinematográfico es menos impactante pero aún de alto nivel, por la forma en que combina acción, visión y emoción (no es casualidad que el autor sea también un experto montador).
El Buenos Aires sin ley, de la ilegalidad perpetrada sobre la vida del pueblo y de la autoproclamada justicia tiñe la película con una luz de género y la lleva hacia un final con estrépito (o más de uno, con efecto dominó), Siempre tenso, sin juegos, lúgubre bajo la luz del sol.
Intérpretes y personajes.
Ricardo Darín: Sosa
Martina Gusmán: Luján
Carlos Weber: El Perro
José Luis Arias: Casal
Fabio Ronzano: Pico
Loren Acuña: Mariana
Gabriel Almirón: Muñoz
José Espeche:
Premios Garrido.
Courmayeur Noir en el festival 2010: Black Lion a la mejor película
Opinión
En Carancho, como en El Bonaerense -la película de Trapero a la que más se parece-, el universo que rodea a los personajes es hostil, oscuro, a veces desesperado. El punto de vista del espectador es el de Luján: es a través de ella que descubrimos las capas de corrupción, los negocios que se gestionan detrás de los accidentes viales, los vínculos que unen a los diferentes "jugadores".
Fatalista, sangriento, despiadado (quizás demasiado) y violento, Carancho se inscribe en la tradición del cine policiaco creado por Ricardo Darín. Y quizás esto sea lo más difícil, incluso más que el Aura y ni hablar del secreto de sus ojos. En su rostro ya se nota ese cansancio pegado al mundo: es como si el actor y el personaje pidieran que alguien los sacara de allí, con urgencia. Y para ello tiene que estar Luján, personaje en el que Gusmán vuelve a brillar como una de las mejores actrices del cine argentino, encontrando esa difícil mezcla entre inocencia y dureza, simpatía y temeridad.